Entrevista a Rafael Salas

Consejero delegado de Ocimax, representante de la tercera generación de una familia históricamente vinculada al cine en Baleares. Su empresa tiene salas en Mallorca, Menorca e Ibiza. Es también el actual presidente de la Asociación Balear de la Empresa Familiar, cargo que abandonará este año. Su abuelo inauguró su primer cine en 1927, el de su pueblo, Pollença.

'Podremos hablar de recuperación cuando cambien las cifras de paro'

Nadal Suau / El Mundo / 4 Enero 2015
Le pregunto por la cultura asociacionista profesional entre el empresariado balear y me dice que goza de buena salud «gracias a una tradición ya antigua iniciada por gente como Gabriel Barceló. Otra cosa es el asociacionismo social, ¡ahí no hay manera!».

-La historia empresarial de su familia sirve para relatar casi, casi toda la historia del cine en Mallorca...
-Bueno, desde luego es una historia antigua: mi abuelo inauguró su primer cine en 1927, y lo hizo en su pueblo, Pollença. En ese momento la familia tenía también otros negocios, sobre todo de tejidos, y cuando tocó repartir responsabilidades entre los dos hijos, a mi padre (Rafael, como yo mismo) le tocó la parte cinematográfica: así que se puso al frente de los cines que mi abuelo ya tenía, incluyendo nuestra participación en alguna cadena palmesana, y también montó una distribuidora. Por las manos de la familia pasaron el Principal, el Capitol, un 20 % del Augusta, un montón de cines de pueblos mallorquines, otros doce en Menorca... Luego, en los años setenta, llegó a las islas el fenómeno de los multicines de ciudad, y fuimos socios del Chaplin. Con el tiempo, acabamos uniéndonos a la competencia que representaba la familia Servera para montar, ya en los noventa, los multicines Porto Pi, que eran un concepto nuevo al integrarse en un centro comercial...

-¿Y después?
-A partir de esa experiencia, han venido otras muchas: los multicines de Manacor e Ibiza, las terrazas de Porto Pi, Ocimax en Palma o Mahón... Y es cierto que, durante todo ese tiempo, hemos vivido todas las crisis del sector, las mismas que suelen relatarse a nivel internacional: la irrupción de la televisión, del vídeo, de las teles privadas, de la piratería... Son crisis tecnológicas que pueden coincidir también con malos ciclos económicos globales, como ocurrió en el 73. Pero en fin, aquí seguimos, y eso que esta última crisis ha sido sin duda la más grande de todas para este negocio.

-Precisamente, estos años han sido de crisis doble para ustedes: económica y de modelo de consumo. Internet, con o sin piratería, ha hecho que las salas ya no sean imprescindibles para consumir cine, incluso de estreno: ya hay directores experimentando con el estreno simultáneo en multitud de plataformas. ¿Cómo afrontan este nuevo reto?
-Eso que dice es cierto, pero soy optimista por dos razones. La primera es que el verdadero negocio del cine para las distribuidoras, hoy por hoy, está en el largo circuito que representan la televisión, el DVD, el pay per view, internet, satélites... Pero todo esto, si la película no se ha estrenado antes en el cine, no funciona bien ni es muy rentable. Es como la industria musical: si tu canción no suena en la radio, incluso aunque eso no represente un ingreso directo, luego no circulará. La segunda razón es que, hasta donde yo sé, nadie ha inventado todavía nada que les quite a los chavales las ganas de salir de casa, ¿no? Y nosotros jugamos con ese hecho: los chicos quieren salir a la calle, y sus padres también. Cuando eso ocurre, nosotros debemos estar allí, ofreciendo un ocio competitivo y atractivo. Por supuesto, estoy hablando de entornos familiares en los que haya el dinero suficiente, cosa que últimamente no ha ocurrido en demasiados hogares. Es cierto que ahora, aunque yo no veo una recuperación asentada en absoluto, se está perdiendo el miedo a consumir. Y eso nos beneficia. Por lo demás, estos años ha entrado en juego otro factor que usted no nombra, el cambio tecnológico: todos nosotros hemos tenido que adaptar obligatoriamente nuestra maquinaria a los nuevos formatos de proyección, que indudablemente son espectaculares, y de eso el público casi ni se entera. Ha sido una inversión muy importante, pero permite algunas cosas muy interesantes, como proyectar un musical, una ópera o una obra de teatro en directo.

-¿Y funciona?
-¡Mucho! La calidad es altísima, y la gente disfruta. Por supuesto, esto no desplaza al cine de su posición central en nuestro negocio. Bueno, en nuestro negocio y en nuestra vocación, porque, como decía mi padre, «quien ama el cine ama la vida»... ¡Que conste que probablemente esa frase la copió de algún americano! [Ríe]

-Cómo es el consumidor español de cine? ¿Qué le gusta?
-Más o menos lo mismo que a cualquier otro, y eso a menudo significa cine americano. De hecho, la industria más exportadora de Estados Unidos es, que nadie se engañe, la del entretenimiento. Al español, como al europeo en general (y hoy estamos sin duda mucho más cerca de Europa que hace unas décadas, eso se nota mucho visto desde mi sector), le gustan las películas de su propio país. Aquí ha parecido que no porque ha habido una cierta mala fama de nuestra industria, pero en realidad el público agradece muchísimo las historias que reflejan su propia realidad. Esto lo hemos visto en 2014, y para mí no ha sido ninguna sorpresa. Por ejemplo, fíjese en Daniel Monzón: es un director que tarda cuatro años en hacer una película, ¡pero ojalá nos entregara una cada doce meses! Él entiende que no puede olvidarse en ningún momento del consumidor y así le va.

-La crítica de que la cinematográfica es una industria subvencionada, ¿le convence?
-¡En Estados Unidos el cine también está subvencionado, no nos equivoquemos! El año pasado dedicaron cien millones de dólares en ayudas al cine. Nueva Orleans, por ejemplo, tiene un presupuesto anual para garantizar su aparición en películas que tengan repercusión masiva.

-La semana pasada, tuve la oportunidad de entrevistar al analista económico Antonio Timoner, e insistió mucho en la necesidad de lograr una mayor presencia de las Islas en el cine como reclamo turístico y cultural.
-Claro, eso podría funcionar perfectamente: ¿no podríamos ser nosotros un plató de cine inmejorable? De todas formas, hace poco tuve la oportunidad de compartir unas horas con Leopoldo Rodés, presidente del Instituto de la Empresa Familiar, y él me decía: «No sabéis lo que tenéis en Mallorca, yo podría haberme hecho la casa donde quisiera y he escogido la isla porque es un lugar inmejorable en todos los sentidos». Yo, que estoy de acuerdo con él, le pregunté qué podríamos hacer, en su opinión, para potenciar el turismo y la desestacionalización, y él me decía bromeando: «!No hagáis nada!». Claro, eso no es cierto: necesitamos tener buenas infraestructuras, buenas conexiones... Lo que todos sabemos. Pero ha llegado el momento de buscar un giro de calidad más que de cantidad, y en ese sentido yo tengo mucha confianza en la Fundación Palma 365, que hace un buen trabajo entre otras razones porque en ella está representada la empresa privada. Y retomando el comentario del señor Timoner, es cierto que vale la pena plantear ayudas serias a los rodajes en las islas.

-Antes ha aludido usted a cierta recuperación de la confianza... ¿Qué previsiones económicas tiene para 2015?
-El Instituto de Empresa Familiar hizo un estudio que presenta datos esperanzadores, pero si el paro sigue siendo el de ahora, no podremos hablar de final de crisis. Y de momento, puede que haya bajado el paro (porque hay gente que se ha ido), pero desde luego no se ha creado empleo. Si este año creamos 10 o 15 mil empleos, entonces podremos hablar de recuperación. Para nosotros, gracias al turismo, será un poco más fácil que para otros, y ahora se nota que los empresarios han perdido el miedo de los años anteriores a hacer nuevos contratos. Pero claro, no sería justo juzgar el comportamiento de los empresarios sin recordar que han pasado estos años de crisis acumulando crédito sobre crédito, y que eso implica unas restricciones cuando las cosas empiezan a ir mínimamente bien. También creo que cualquier previsión de futuro pasa por ver qué ocurre con la financiación autonómica, que todos sabemos que es muy mala y que dudo mucho que mejore en el futuro inmediato. Ocho diputados son muy pocos para lograr que se nos atienda en Madrid, gobierne quien gobierne.

-2015 será un año de final de legislatura. ¿Cómo valora la política autonómica de los últimos cuatro años?
-Merece aprobarse, en mi opinión. El Govern ha hecho algo muy bien: la reducción de gasto corriente, estudiando bien cada factura de teléfono y de luz, reduciendo el tejido de empresas públicas... Pero el PP tiene siempre un problema a la hora de comunicar, creo yo. Y evidentemente, las subidas de impuestos no pueden haber gustado a nadie, pero me temo que no quedaba más remedio que financiarse a costa nuestra para sacar adelante las instituciones. Y en cuanto a los políticos que entren en esas administraciones a partir de mayo, sólo les pediría que antes y después de las elecciones tengan como prioridad absoluta la creación de empleo.

-¿Qué relación tienen ustedes con el turista? Ya sé que no vienen aquí a ver cine, pero ¿no se podría hacer algo para acercárselo y que algunos lo consuman durante su estancia en las islas?
-Eso se ha intentado, con cines al aire libre en S'Arenal y cosas parecidas... Pero no funciona. Otra cosa es el residente: por ellos, y por una pequeña parte del público local, vale la pena tener siempre al menos una película en versión original exhibida en nuestros cines. Eso no ocurría hace una década, en parte porque era mucho más difícil conseguir copias en vos de las distribuidoras nacionales, pero ahora ya no es tan problemático. Y el público también responde mejor que hace años, si bien tardaremos mucho en lograr que los españoles se acostumbren a esa forma de ver cine.

-Oiga, ¿y qué opinión le merece un proyecto colectivo como CineCiutat? No faltan los rumores que hablan de una competencia bastante feroz con ellos...
-¡Ah, pues a mí CineCiutat me parece muy bien! Ellos cubren un segmento de espectadores y películas que, si no existieran, nosotros podríamos acoger, pero no tengo ningún problema con ellos, al contrario. Yo estoy encantado de que exista un espacio como ese, que además también puede darle proyección a otros formatos, como los cortometrajes. Otra cosa, ciertamente, es que en algún momento puedan recibir alguna ayuda o subvención del Ayuntamiento. Eso no lo entiendo, y me pregunto por qué ellos sí y yo no. Supongo que serán cuestiones políticas. Pero quitando esto, mi opinión es positiva y no los considero exactamente una competencia directa.

-Le dejo unas líneas para que cargue contra el IVA al 21%...
-El ministro Montoro, hace un año, me dijo personalmente en una comida con empresarios: «No te preocupes, el 21% te lo quitaré en febrero». ¿Lo ha quitado? ¡No! Volví a encontrármelo más tarde y se justificó diciendo que no había podido. Quiero creer que es cierto, pero es evidente que tener el IVA más alto de Europa es un problema enorme. Por ejemplo, Ocho apellidos vascos ha sido una alegría para nosotros, pero si usted viera cuánto de esa taquilla se ha ido al ministerio, quedaría impresionado.

Fotografía: Alberto Vera